miércoles, 8 de abril de 2015

Experiencias - "La habitación oscura se va iluminando"

"Un mes... Días de infierno llenos de esperanza dentro de esta habitación tan oscura en la que siempre he tenido la fe de que alguna vez volvería a ver sus colores para descubrir todas las maravillas que hay dentro de ella y poder dirigirme a esa puerta que me lleva a otras con mundos diferentes que mostrarme y con los que tanto he soñado por descubrir... "

Mucho dolor y sufrimiento he pasado todos estos meses, y este último ha sido el peor de todos por no darme ningún respiro. Mi mente ha estado al borde del precipicio durante tres días porque ya no podía aceptar y controlar tanto dolor inesperado para el que no encuentras ningún consuelo, pues sabes que hagas lo que hagas, sólo te queda esperar con paciencia a que desaparezca.





O Fortuna,
como la luna
cambiante,
siempre creciendo
y decreciendo;
detestable vida
primero oprimes
y luego alivias
a tu antojo;
pobreza
y poder
derrites como el hielo.

Destino monstruoso
y vacio,
tu rueda da vueltas,
perverso,
vano es el bienestar
y siempre se disuelve en nada,
sombrío
y velado
me mortificas a mi también;
ahora por el juego
traigo mi espalda desnuda
para tu villanía.

El Destino está contra mi
en la salud
y la virtud,
empujado
y lastrado,
siempre esclavizado.
A esta hora
sin demora
toca las cuerdas vibrantes;
puesto que el Destino
derrota al más fuerte,
llorad todos conmigo!
 
Imagina por un momento que día tras día tienes un dolor de un parto en el que te quedas sin fuerzas y tienes que ir al sofá débil para dormir cuando lo primero que debes hacer es terminar el desayuno que preparaste, pero tu cuerpo no tiene fuerzas ni de dar paso ni de mantener los parpados abiertos, además de querer que desaparezcan esos dolores recibidos. Esa ha sido mi "Semana Santa", semana de penitencia sin quererla, pues tenía planes para ella muy bonitos junto con mis amistades y compañeros de batalla.

Para empezar, ya sabes que llevo unas semanas horribles y mi mente está muy machada por el dolor. Te contaré esta última semana después de lo poco que conoces de las otras, pues si conocieras con profundidad y al detalle todo lo que he vivido, e incluso lo hubieras visto de cerca, se te partiría el corazón. Como siempre, aviso que no soy la única en esta batalla y que hay algun@s que tiene la suerte de que sea más efímera y menos dolorosa, existen otr@s para la que es muy larga y con muchos baches, pero... ¿Una es menos que otra? No todas son duras.

No he podido salir en todo este tiempo, eso lo complica todo un poco más, pues al no poder oxigenar la mente el tiempo que lo necesita, hace más difícil la aceptación de detalles, pero por suerte, poseo esa capacidad innata de adaptarme a cualquier situación con rapidez, al igual que mi sangre tiene la capacidad de coagular rápido para cerrar todas mis heridas.

Cada vez que iba al baño para defecar, parecía que estaba pariendo. No sé qué es un parto, pero puedo asegurar que ese dolor que recibía se asemeja a las contracciones fuertes que recibimos las mujeres antes de que venga el bebé, contracciones que te van preparando para el dolor más fuerte e intenso que te puedas imaginar. Las personas que padecen de cólico nefrítico pueden comprenderme, y de hecho, una mujer que ha parido a dos hijas (mi madre), me ha dicho que existen dolores peor que los del parto. Han sido más de 5 días los que he estado así desde el "Jueves Santo". El peor de todos los días fue el sábado, pues ese dolor intenso en el que te quedas paralizado y sin respiración para ver si así desaparece, se quedó instalado durante algo más de un cuarto de hora cuando duraba segundos o un minuto y me hacía chillar para liberar y descargar la tensión creada por el dolor de alguna manera. Aquel día terminé tirada y llorando por los suelos encima de una toalla muerta de dolor, pues pretendía ducharme para relajarme y tratar de aliviar el dolor con el calor del agua, pero no podía porque ni se me quitaba ese dolor ni el de la espalda. No me sentaba en la taza del váter porque hacía que las hemorroides salieran y me hicieran hacer fuerza con el ano cuando no puedo empujar con  los músculos del vientre porque tras la operación no funcionan y lleva meses para que se recompongan. En mi caso, tengo que dejar que las heces salgan por sí solas, y cuando son líquidas es fácil, pero cuando vienen pastosas y pegajosas tengo que empujar desde el diafragma, con lo que la comida se me sube hasta la garganta.

Un dolor al que ya estoy acostumbrada es el de la espalda, para el cual voy a Juan Correa que me la descarga y la libera un poco, pero nunca se ve libre de un dolor lumbar del que mi oncólogo cree que puede ser hernia y por lo que me harán una resonancia magnética para descartarlo. Dolor al que te puedo asegurar que estoy acostumbrada y que me despierta muchas noches, pero que cuando se junta con otras cosas se acentúa y me llega a agobiar. Ojalá no sea una hernia y una vez salga de todo esto me vea libre de el, pero... ¿Qué le voy a hacer si me toca? Seguir adelante.

Esa mañana se presentó una tía segunda en mi casa para darme un clavel que cogió de la Virgen de los Dolores y me encontró así. Se le saltaaron las lágrimas y me dijo que llamase a mi madre a la tienda para que viniese a ayudarme porque no podía estar así. Me tuvieron que ayudar las dos a ducharme porque no me sostenía en mí. Tras esa ducha me fui al sofá para descansar y vino otra tía para acompañarme y no dejarme sola mientras mi madre regresaba a la tienda para atender a los clientes de la tienda.a

Pese a ese dolor de parto que recibía como cuatro veces por las mañanas y dos por la tarde, más alguno de regalo por la noche, siempre conseguía sacar una sonrisa y ponerme bien guapa para intentar salir a la calle y sentirme bien.


 
Mañana del  "Viernes Santo"

 Después de esta foto, tocaron más torturas.


Mañana del "Domingo de Resurrección"

La felicidad duró mientras me arreglaba e iba a comer con mi hermana. Tras la comida tuve que ir al baño para parir y pedirle que trajera el coche hasta donde estábamos porque no podía sostenerme. Llegamos a casa y me puse el pijama para dormir y aliviar el cansancio y el dolor en sueños.



"Dos días de paz tras trece de guerra, y llega otra batalla al decimosexto día"

Hoy miércoles tocaba quimioterapia. Ayer fui al cine con mi tío por hacer algo diferente antes de comenzar la lucha. También avisé a amistades para que vinieran a cenar a mi casa y así cargarme de energías con sus risas y anécdotas. Amanezco con el pie izquierdo porque se me olvida poner el despertador y mi madre despierta a las 8 de la mañana cuando tengo la consulta a las 8:20. Cuando me despierto impactada y con prisas, suelo salir de mal humor y más si no desayunas, pues yo necesito mínimo media hora para dar en si mientras me visto y me aseo, es algo que me gusta hacer relajada. Llego a la consulta disgustada y se me saltan las lágrimas frente a mi oncólogo cuando me pregunta y le explico cómo he pasado estas semanas. Me explora y me dice que así no puedo recibir la quimio, que tendremos que aplazarla al día siguiente, aunque primero miraríamos la radiografía para ver si es que tengo heces acumuladas y la resonancia magnética para ver si lo de la espalda es una hernia. Cuando volví, le dije que quería recibir la quimio porque no quiero perderme el "Certamen Gastronómico del Cerdo Ibérico". Al final vio la radiografía y resulta que tengo heces acumuladas, pero la resonancia me la tendrán que hacer otro día. Me prepara la receta para el tratamiento de hoy y mientras tanto le pregunto por cómo siguen mis defensas y me dice que bien, algo al límite pero bien. También me cuenta que han subido los marcadores tumorales con lo que la operación deben realizarla lo antes posible, y me comenta que llamará a Arancha para que contacte con el equipo de Córdoba para saber cuanto antes cuándo me van a operar. Me despido de él y entrego mi hoja de tratamiento en el "Hospital de día" para que lo preparen en farmacia mientras me voy a desayunar.

Regreso para prepararme y recibir mi tratamiento, pero me encuentro con Violeta, compañera de psicología que está haciendo las practicas con Marta, la psicóloga de AOEX. Me paro para hablar con ellas como siempre que vienen para ver qué tal estoy y les digo que estuve a punto de llamar a Marta porque hubo tres días que no pude con tanta carga psicológica. Mientras hablaba con ellas, Nieves, una de las enfermeras, me decía: "María, tienes que pincharte el porta ya" Pero como no había llegado el tratamiento, no había prisas. Ya me pinchó delante de ellas y me puso el suero. Hablamos de tantas cosas que le gustaban, que no eran capaces de irse aunque tenían la llamada urgente de atender a un paciente.

Allí estaba yo con mi madre, recibiendo el suero, con lo que mi padre se queda conmigo y ella se va porque él le pide que busque a Arancha, la cirujana oncológica que me envió a Córdoba y que conoce bien la técnica que van a utilizar conmigo porque fue allí para aprender y en mes y medio la tendremos aquí en Badajoz. Fue a verla para contarle toda la situación, e inmediatamente se puso en contacto con el equipo médico del doctor Rufián que andaba e mitad de una operación.

Cuando mi madre llega para darme una buena noticia, yo estoy hablando con una enfermera de practicas para darle ánimos y contarle lo importante que es el trato humano con los pacientes. Me dice que en dos semanas me operan le contesto un "vale" como si me hubiese dicho, te traigo unos chicles. Termino de hablar con la chica y llamo a mi madre a su móvil para preguntarle si había escuchado bien. Entonces me contesta que sí, que así es, que estaba en la puerta de Ramón, mi oncólogo porque siendo así, no podía recibir mi tratamiento hoy. El tema de que mis marcadores tumorales hayan subido es algo normal porque me quitaron los anticuerpos y las células malas tratan de sublevarse nuevamente. Marta y Violeta se enteraron porque estaba al lado  de mi madre.

Podéis imaginaros cómo me quedé, no supe reaccionar. Llamé a mi padre que estaba enfrente hablando con otro paciente, contándole todo lo que he padecido.

- ¡Papá! ¡QUÉ ME OPERAN!
- ¿Qué?
- ¡Que me operan! Acabo de hablar con mamá, me tienen que retirar el tratamiento y hoy no lo recibo. Me he llevado un pinchazo de regalo.

En ese momento llega mi madre con mi oncólogo y lo abrazo llena de alegría dos veces. Llegan Violeta y Marta y las abrazo llorando de alegría. Me ve una enfermera, Amparo: ¿Pero porqué lloras? Espero que sea de felicidad. Le contesto que por supuesto. Me retira el porta, la abrazo y sonrió como nunca. Por suerte, sólo estaba recibiendo el suero hidratante y mi tratamiento aún no se había preparado en farmacia, con lo que la Seguridad Social no ha perdido ese dinero, pues mi tratamiento no vale para otro paciente, de hecho, todos son diferentes. Todas las enfermeras vienen a verme y abrazarme. Violeta me pide que no llore de alegría que conseguiré que ella también lo haga, y le pido que avise a todos nuestros compañer@s pues muchos de ellos han venido a visitarme horas mientras estaba pinchada a la quimio en este hospital. Ya escribiré un post dando las gracias a muchísima gente.

Este día ha sido un gran regalo, e iba a venir a visitarme por primera vez David Sánchez y lo llamé para que no se desplazara, pero era tarde porque ya estaba allí. Al meno vino para llevarse alegrías.

Las enfermeras me pidieron mi número y les dije que María José lo tenía que estarán bien informadas y que volveré a verlas. De que termine me haré una foto con todas ellas porque son unas grandes profesionales que saben ser enfermeras y compañeras, algo muy importante en esta batalla.

No sé el día de la operación, porque me tiene que llamar el cirujano que me opera, pero si sé que me esperan dos semanas en las que debo cuidarme y ponerme bien fuerte, aunque también aprovecharé para disfrutar y reír porque luego me esperan algunos meses duros para la recuperación.


¡AL FIN! Algo de Luz. Os necesitaré el día de la operación para recibir muchísimas energías. ¡MIL GRACIAS POR ESTAR AHÍ!



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