Cuando recoges tantas emociones de alegría
durante el día antes de dormir, llega la hora de descansar y resulta complicado
llegar a los sueños pues la realidad está siendo tan placentera que los sueños
pueden esperar, o al menos eso te dice el cuerpo cuando quieres cerrar los ojos
para ir a ese lugar donde la mente desconecta de todo para volar.
Anoche traté de dormir temprano porque tendría
que madrugar para desayunar y cumplir con las seis horas de ayuno antes del TAC
de contraste. Al final me dieron las dos larga de la madrugada. Respiraba
tranquila y profundamente con los ojos cerrados, pero no servía de nada, pues
venían a mi mente todos los buenos momentos pasados durante el día y supongo
que también eran los nervios de la prueba, de no saber si vería a mi oncólogo.
Me puse el despertador en el móvil y me encontré con mensajes de ánimo, e
incluso llegaba alguno justo cuando lo encendí. Desde que estoy de baja, el
móvil no lo dejo en la habitación porque no tengo que ponerme el despertador.
No aguanto los despertadores de "tic tac" porque se me mete el sonido
y no me deja dormir, de hecho, llego a escuchar el "tic tac" de los relojes
de pulsera en mitad de la noche si lo dejo en la mesilla o el paso de la
corriente del cargador al móvil, con lo que la única alarma que me puedo poner
es la del móvil que se que no falla por falta de pilas o cuando se vaya la luz.
Si llevara bien el tener un despertador, el móvil no se quedaría conmigo en la
habitación, pues al preparar la alarma encontré mensajes tan bonitos de ánimo
que no pude evitar responderlos y que además me activaron más antes de poder
dormir. Lo mejor de todos ellos, es que la mayoría te decían que pensarían en
ti o que te mandarían sus energías para que todo saliera bien. Los respondí y
estuve un rato con la luz encendida viajando a sitios con la mente hasta que
mis parpados se cerraron por pesadez y al fin pude apagar la luz para caer en
un plácido sueño.
Me levanté varias veces a lo largo de la
madrugada para ir al servicio, pues todavía sigo eliminando la quimio y uno de
sus efectos son diarreas que a veces me hacen romper cada hora de sueño.
La última vez que fui al cuarto de baño me dejó caer en un sueño muy extraño
que esta mañana le conté a mi madre. Hace tiempo que no tengo sueños cuando
duermo, o por lo menos no los recuerdo.
<<En el sueño: yo aparecía corriendo por la
plaza del Mercado de Abastos de Barcarrota en dirección hacia la ferretería de
mi madre. Antes de llegar a la altura del árbol que está en la esquina antes de
torcer para subir por la calle Alemán, adelanté a un señor de pelo y ojos
claros, creo que llevaba barba e iba en chándal y también estaba corriendo (el
físico está algo borroso en mi mente). Justo cuando voy llegando a la puerta de
la tienda "Pesca el Recodo", alzo la vista al cielo que está gris y
nublado. Este comienza a abrirse. A mi me encanta disfrutar de esos momentos en
los que las nubes se abren y los rayos del sol te sorprenden, pero... ¡Qué
raro! ¡No sale luz del Sol! Aparece el Universo de entre las nubes, se ven las
estrellas muy ordenadas creando una espiral con tonos rosados, violetas y
negros rodeados de luz (esta imagen está también algo borrosa, pues en el sueño
era espectacular y no consigo trasladártela con palabras, ojalá la hubieses
visto, pues era un regalo para los ojos). Parecía una Galaxia que se había
acercado a nuestro planeta y estaba pegada en nuestra atmósfera, algo que
científicamente es imposible pero que en los sueños... ya sabes... Para que
puedas sentir un poco de esa magia, te dejo esta Galaxia
del Remolino que verás al pinchar en las palabras. Se asemeja a ella pero
era mucho más bonita. Mientras disfrutaba viendo como me absorbía aquella
visión... por detrás alguien me decía: "No es bueno ver demasiada
Oscuridad" >>
Entonces sonó el despertador a las siete de la
mañana y me quedé con ganas de saber qué hubiese sucedido si hubiera
permanecido más tiempo en ese sueño. Me quedé con ganas de más, pero tenía que
levantarme para desayunar, pues no podía pasarme de tiempo para que el TAC de
contraste que tenía las 13:30h saliese bien. Fui a la cocina y comencé a
preparar el desayuno. Un zumo de tres naranjas y una tostada de pan integral de
trigo y centeno con miel y tahín. Me fui a la salita y me tomé el omeprazol con
agua antes para hacer una buena digestión (no sé cuándo me quitarán esta
pastilla). Mientras desayunaba, me puse a pensar en el sueño: "Que raro...
ha sido muy interesante, hace tiempo que no sueño. Que bonita la imagen de la
galaxia, pero... lo que son los sueños... ¡no salió la luz del sol de entre las
nubes! Que cosa más rara... Parecía como una galaxia intentando acceder a la
Tierra, pero eso es imposible. Y... ¿no es bueno ver tanta oscuridad? ¿Eso me
dijo? Supongo que sería el chico que adelanté y venía corriendo detrás mía para
alcanzarme. Terminé de desayunar mientras que mi madre estaba desayunando en la
cocina. Me acerqué a la cocina para dejar el plato junto con el vaso del zumo y
así tomarme el antibiótico y la dexametasona de 1mg. Mientras lo preparaba todo
para tomármelo, le contaba a mi madre el sueño. "Mamá, he tenido un sueño
muy extraño". Se le dibujó una sonrisa cuando llegué al final del sueño.
Tras ello, la dejé para tratar de dormir algo más antes de ir a Badajoz.
Mi padre me despertó antes de lo que tenía
previsto, pues me adelantaron la cita a las 12:30h. De camino a Badajoz me puse
a ver los mensajes que tenía en el whats app. Iba tranquila y alegre, de hecho,
puse la radio, siempre lo he hecho, incluso cuando toda esta historia estaba
tan oscura y tenía que ir al hospital para ingresar. Cambiaba de emisora. De
Kiss fm pasaba a Máxima fm y otras que llevaba mi padre memorizadas en el
coche. Todas las emisoras me resultaban monótonas y repetitivas con sus
canciones. No la escucho tan a menudo pero siguen repitiendo temas de hace
tiempo. Así que busqué Rock fm, que aunque me conozco todos los clásicos que
ponen, es música que no sueles escuchar en los bares y no pasa de moda. Bueno,
también está que hace tiempo que no escucho rock.
Llegamos al Hospital Infanta Cristina y fuimos a
radiología que está en la planta baja. En la sala de radiología fuimos buscando
cuál era la puerta que me habían puesto en la cita. Me quedé mirando las
puertas y justo frente a mí salió una chica bien jóven con el pelo liso
recogido en una coleta caída que preguntaba por mí. "Soy yo, estoy
aquí."-Le dije. Me sacó una jarra de un litro y un vaso. La jarra llevaba
agua con algún producto que no te agrada cuando te lo tomas. Tenía que tomar un
vaso cada 10 minutos y dejar el último para antes de entrar a hacerme la
prueba. Así que me senté frente a una mesa que estaba vacía para no incomodar
al resto de personas que estaban haciendo lo mismo. Cogí el móvil y me lo puse
delante para controlar el tiempo. No sé cuántos vasos me bebí, pero la chica
vino antes de que llegase al último vaso. Creo que me quedaban más de dos. Me
dijo que me tomase otro y que la acompañara.
No es la primera que me hago esta prueba, no
puedo decirte exactamente cuántas veces me la han realizado antes de dar con el
tumor. Sabía a lo que iba y qué iban a hacerme, de hecho, tuve la mala suerte
de que un enfermero no me cogió bien la vena la segunda vez que me hicieron un
TAC en el brazo derecho y el contraste no pasó por ella, con lo que se quedó
fuera y el brazo se me hinchó durante 3 días. La primera vez me la hizo un
jovencito que casualmente conoce a un amigo del pueblo y que me mandó recuerdos
para él mientras me iba haciendo las cosas. Le dije que tuviera cuidado porque
le tenía mucho miedo a las agujas. Así lo hizo, no me dolió nada. Me cogió la
vena del brazo derecho, me dijo que me conectaría el contraste a esa vía y que
cuando fuera entrando sentiría mucho calor, tendría mal sabor de boca y que
incluso sentiría que me estoy orinando pero que no me asuste, que no pasará
eso, sino que es una sensación que da. La segunda vez, me la hizo un hombre
mayorcito. Se dice que entre más mayor más experiencia... Una va siempre
confiada a estos sitios. El hombre me cogió la vena, pero hizo algo diferente
al jovencito, se dispuso a comprobar si me había cogido bien la vena
introduciendo suero. Me asusté, la cosa ya no iba bien con ese detalle. Noté
como el líquido entraba y de hecho me molestaba. Se lo dije pero no me hacía
caso, me decía:
- Tranquila, lo que estarás notando es el frío
del suero al pasar por la vena.
- Que no, que me duele al pasar. Y además, la
otra vez no me cogieron esa vena en este brazo.
- ¿Qué vena te cogieron? -me puso nerviosa esa
pregunta.
Que una persona que está cualificada preguntara
"qué vena te cogieron", implicaba que estaba dudando, con lo cual,
generaba en mí desconfianza e inseguridad hacia él. Le señalé la vena, pero yo
ya estaba nerviosa porque no sabía qué hacer en aquel momento. Se me saltaron
las lágrimas durante esta situación porque el hombre volvió a probar con el
líquido y me seguía doliendo. Por más que le decía que me hacía daño no me tomó
en serio y dijo que haríamos la prueba. Cuando pasó el líquido no noté los
efectos de calor y la sensación de la que me avisó el otro chico la primera
vez. Cuando me sacan de allí y trato de mover el brazo...
- ¡No lo puedo mover! ¡Está duro!
- ¿Cómo que no? Anda ya, no te preocupes. -Me lo
mueve pero cuesta al estar duro por el líquido.
- ¡Que no! ¡No puedo moverlo! Se ha quedado duro.
-Rompí a llorar, pues ya me habían hecho tantas pruebas esos meses, y había
recibido tantos pinchazos, que encima tener que sufrir el error de una persona
que no me hizo caso y que pudo haberlo evitado... Además de otros errores
cometidos por médicos conmigo antes de llegar a las pruebas de localización del
tumor.
- No te preocupes, date masajes en esta zona para
que vaya desapareciendo. -Me sacaron de allí.
Me fui a casa con mi padre y le pedí que cuando llegásemos
al pueblo me parase en el Centro de Salud para ver qué me decían allí. Tenía que haber tomado nota de esa persona para poner una reclamación. No me
quedé con su nombre ni con su cara. En el centro de salud me dieron hielo para
que me lo pusiera en esa zona, con lo que los masajes no le venían bien, ya que
le estaba dando calor. También me dijeron que pusiera el brazo en alto y que si
se me ponía morado me acercase nuevamente. El señor de Badajoz no me dijo nada
de esto. Estuve más de tres días con un brazo tres veces más grande que el
contrario, y a penas lo sentía.
Hoy me ha vuelto a suceder lo mismo, estoy por
pensar que era él, pero como no lo recuerdo... Pero en este caso no permití que
pasara lo mismo que la otra vez. Estaba tranquila y relajada esperando el
pinchazo (ya no les temo ni me duelen, estoy acostumbrada a ellos). Me buscó
las venas en el brazo derecho y cuando la localizó miré. Me dijo:
- No mires. No tienes que mirar.
- Es que esa vena no es. En esta vena me
pincharon otra vez para un TAC y salió mal.
- Esta vena es muy buena. - Me callé, él es el
profesional y quizá aquella vez tuve mala suerte. Me pinchó y...
-¡Ostras! ¿Ya la tienes? -Pregunté, pues dolió
tres veces más de lo habitual a cuando me sacan sangre.
-Sí, tranquila, que voy a probarla.
- ¿Cómo?
La historia se repetia. Volvía a comprobar si era
buena la vena, con lo que dudaba. ¡No me lo podía creer! Y mientras pasaba el
líquido mi brazo recibía dolor, de hecho, me dolía la vía que me había cogido y
todo. Se lo dije:
-Me duele.
- Que no, que está bien cogida.
- ¡Qué me duele!
- Que no puede dolerte, que estás nerviosa y eso
es todo.
- ¡Te estoy diciendo que me duele! ¡Que me han
llegado a poner un catéter más grande que ese en una arteria! -le dije eso para
darle a entender que sé lo que es el dolor y que lo aguanto bien. Pero no me
hacía ni caso. Llamadme inmadura, pero no pude controlarme y rompí a llorar
porque el hombre me estaba diciendo lo que debía estar sintiendo. ¿Quién mejor
que uno mismo sabe lo que sucede en su cuerpo?
Las chicas que estaban en la otra
habitación para controlar la prueba desde fuera vinieron para decirme que me tranquilizara,
me movieron el brazo y me dolía más. Me dolía al tocarlo y al moverlo. Yo
estaba nerviosa llorando porque veía que iban a hacer lo mismo que la otra vez
conmigo. Llamaron a mi padre. Mi padre me dijo:
- Hija, tienes que hacerte la prueba.
- Sí, pero NO en esta vena. No sé quién fue la
persona que me lo hizo la otra vez así y que la prueba no salió bien. La
primera vez que me lo hicieron no tuvieron que comprobar la vena con suero, y
la tercera vez tampoco lo hicieron.
- Pues tendré que pincharte de nuevo y cogerte
otra vena.
- Pues hazlo.
- Ahora me dirás qué vena quieres que te coja en
este.
- En este puedes coger la que quieras, pues no sé
cuál es la que me suelen pinchar.
Me ató la goma por encima de la doblez del brazo,
me pidió que cerrase y abriera la mano mientras iba palpando las venas.
Solicitó que cerrase el puño y encontró la vena. Me pinchó. No dolió y ni me
quejé. Me quitó la goma y me preparó. Se fueron a la otra habitación y
permanecí quieta esperando a que la máquina me dijera que tomara aire y lo
retuviera mientras pasaba por ella. La primera vez es de prueba para saber qué
tengo que hacer. La segunda vez, salió el enfermero que me pinchó para ver si
pasaba el contraste correctamente por la vena. Se fue al ver que estaba
entrando. Sentí todos los efectos de la otra vez. Todo iba bien. Entró en la
habitación y comenzó a quitarme la vía. Mientras me la quitaba me dijo:
- Seguramente haya un nervio pegado a la vena y
por eso te dolía. La vena de este otro brazo es muy buena.
- Posiblemente sea lo que dices del nervio, pues
cuando me sacan sangre les pido que me sujeten el brazo porque empieza a
temblar solo. Me ponen la vía para sacarme sangre y no se mueve, pero es sacar
sangre y comienza a moverse.
- Pues para la próxima vez dile que te la saquen
de este otro porque tienes muy buenas venas y además te pueden salir callos.
Me despedí pidiendo disculpas por mi
comportamiento y una gran sonrisa. Quizá era el mismo hombre que me pinchó la
otra vez y lo hizo mal. Esta vez iba a hacer lo mismo pero al final reconoció
que había metido la pata porque me dijo lo que has leído antes. Todo salió
bien, por tanto, me fui alegre. Pero ya veis algunas de las cosas que tienen
que tolerar los pacientes cuando les realizan estas pruebas.
Fui en busca de mi oncólogo para consultarle la
duda de ayer, pero no estaba, así que tendré que llamarle o esperar hasta el
lunes. Le llamaré mañana por si tiene que incluir algo en la analítica que me
tienen que hacer el viernes para poder recibir la quimio.
Conclusión de la historia: cuando te realicen una
prueba como esta u otra de la vida, no te confíes y solicita lo que quieres
aunque no te tomen en serio. En mi caso tuve que insistir muchas veces y como
no me hacían caso lloré. No es el comportamiento adecuado. Debí decirle que me
pinchara en el otro brazo, pero no caí en el detalle y era él quien debía
hacerlo. Aunque sí solicité que me pinchara otra persona y me dijeron que no se
podía. Pero no dejé que se repitiera la historia por segunda vez, pues si lo
hubiera hecho como él quería, habríamos perdido la mañana mi padre y yo para
nada, ellos media hora conmigo más todo el dinero que cuesta realizar esa
prueba, y además, tendrían que repetírmela de nuevo. Ahora me surge una duda...
lo mismo el temblor de mi pulso en el brazo derecho cuando trato de trazar una línea
recta o de centrar el bolígrafo cuando voy a escribir no se debe a la
quimioterapia y es porque han lesionado el nervio en julio cuando me hicieron
la prueba fallida con el contraste. Si es así... ¿Qué hago? En fin... No
pensaré en ello (aunque me sigue doliendo el brazo derecho y el izquierdo no). Lo importante es salir de todo esto y que la prueba al final
salió bien después de todo lo pasado.
9 de Diciembre de 2014 a las 22:05
¡Hola María! Te felicito por este pequeño (pero importante) logro. Ojalá muchos profesionales sanitarios lean los textos que vas publicando. Les vendrán bien para entender qué significa la empatía con el paciente y, sobre todo, para recordar la importancia de escuchar antes de actuar. No cuesta nada tomar en consideración las experiencias de las personas, en general, y del paciente, en particular, antes de tomar una decisión.
ResponderEliminarSigue luchando con la misma fuerza con la que reivindicas el trato que mereces ¡Un beso y adelante!